D. Buenaventura Pedro Abarca de Bolea Ximenez de Urrea y Bermúdez de Castro nació en Zaragoza en 1699 y se casó con Doña Josefa Pons de Mendoza y Bournonville. Heredando por línea materna el título de Conde de Aranda -convirtiéndose en el IX de la dinastía- y un condado otorgado a Don Miguel Félix de Urrea en 1460 y distinguido como grande de España de primera clase por Felipe IV en 1626.
Su dedicación principal a lo largo de la vida se centró en la carrera militar, donde llegaría a convertirse en Teniente Coronel. Todos los servicios a la patria le obligarán a ausentarse de la Península en dos ocasiones, pero a pesar de tan notoria carrera, no conseguiría firmar sobre la historia por su servicio militar sino por la construcción de una fábrica de porcelana en la provincia de Castellón. Ésta rebasar las fronteras del país, y será reconocida y admirada en todo el mundo, convirtiéndose en emblema e identidad de su noble casa y revolucionando el pensamiento industrial español de la época.
Serán momentos muy difíciles para las monarquías de Europa, como bien demostrarán los acontecimientos que se suceden. Encontramos como el rey Luis XIV de Francia adoptó el sistema colbertista, ideado por Jean Baptiste Colbert y que consistía en la creación de manufactures de capital y protección Real, o de capital privado y de privilegios reales, que permitirán frenar la fuga de divisas y dar trabajo a miles de personas en todo el reino. Con ello el estado tomaba parte activa en la economía y se autoabastecía de sus propias necesidades, evitando tener que comprar ciertos productos fuera de sus fronteras y potenciar a otras naciones.
Lo mismo buscará realizar Felipe V en España pero su proyecto no recibirá el apoyo deseado por la nobleza, quienes preferían seguir con sus rentas y sus derechos jurisdiccionales, dejando de lado el comercio internacional puesto que las dificultades orográficas del país no eran idóneas para el transporte de mercancías. En cambio, la iniciativa será mejor recibida en la periferia del país,sobre todo en los lugares que contaban con puertos que daban pie al comercio marítimo.
Don Buenaventura se unirá al grupo de aquellos encantados con la nueva iniciativa y buscará entre sus posesiones el lugar idóneo para la creación de una fábrica de loza fina, la cual debía estar cerca de una vía marítima que le permitiera abastecer, no solo a España, sino al resto de Europa con sus productos de calidad. El lugar elegido será Alcora, un pueblo vasallo y perteneciente a su señorío, de tan solo 1230 habitantes. Éste contaba con una gran tradición alfarera (24 obradores) gracias a la riqueza de sus tierras en arcilla y se encontraba a escasos 25 kilómetros del puerto marítimo, lo cual no solo sería una vía de escape del producto sino también, la entrada de materias primas procedentes de otros países.
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